TTIP en la agricultura y la ganadería. Demasiadas buenas palabras

Artículo de opinión de Carmen Ibarlucea en ElDiario.es/Extremadura 

No-al-ttipLo voy a decir claramente desde el principio: El TTIP ( Tratado de Libre Comercio e Inversión entre USA y la Unión Europea) quiere crear un marco legal y jurídico por encima de nuestras legislaciones locales, estatales o de la UE. Si el TTIP triunfa, las ciudadanas perdemos el control sobre las decisiones que nos afectan y serán las grandes corporaciones quienes adquieran definitivamente poder sobre los estados.

Leo con asombro un artículo aparecido en este diario ayer donde la Federación Agroalimentaria de CCOO estima que Extremadura pudiera ser una región claramente beneficiada en términos económicos y de exportación por el TTIP “en un número apreciable de productos; especialmente embutidos, conservas vegetales, vinos y aceites: Por el contrario, la región extremeña podría verse perjudicada, aunque no muy significativamente, por el impacto de las importaciones, en los sectores de bovino y granjas de aves.”

Y me pregunto si es que el sindicato ha olvidado cuál es su principal objetivo, la defensa del trabajo digno. O es que ante el panorama de déficit anunciado por Begoña García Bernal en el Programa de Desarrollo Rural (PDR) por un exceso de gasto de 228 millones por parte del Ejecutivo anterior y que nos hipoteca hasta el 2020, quieren aferrarse a un clavo ardiendo. Pero el TTIP es una viga que arde y puede hundirnos hasta los cimientos.

El TTIP es muchas cosas, y casi todas malas. Básicamente busca abrir las puertas del mercado europeo a las multinacionales que tienen su sede en USA, una federación de estados donde no se imponen prácticamente restricciones de seguridad alimentaria, ni de carácter ético, a la producción. Una nación donde la desprotección de las personas trabajadoras es abrumadora con respeto a la nuestra. Pero me voy a centrar en lo que más importa a nuestra región en términos económicos, la agricultura y la ganadería, aunque siempre teniendo una perspectiva ética, porque sin justicia no hay democracia.

En lo que se refiere al campo, el tratado prevé favorecer a las multinacionales biotecnológicas que tienen su sector productivo en la agroalimentación y los agroquímicos acaparando el mercado de semillas y alimentos, su distribución y comercialización. Dejando a los consumidores limitados en su opción de compra, pero lo peor, dejando a las personas que viven del campo sujetas a sus imposiciones.

Si el TTIP logra salir adelante, nos quedará como único modelo agrario la agricultura de tipo industrial, y las explotaciones agrarias familiares, esas en las que siempre pensamos cuando desde la ciudad imaginamos el campo, serán un mero recuerdo o a lo más un reducto de resistencia para quienes no se dejan vencer, pero habremos perdido la apuesta por la soberanía alimentaria.

Con el TTIP las regulaciones europeas en materia de seguridad alimentaria fruto de tantos años de investigación y presión ciudadana, serán anuladas en el momento de la firma. Dando paso a la entrada de transgénicos (organismos modificados genéticamente-OMG) en los cultivos europeos y en la composición de los alimentos procesados.

La normativa de la UE que regula la ganadería desde la crianza, hasta el sacrificio, incluyendo el transporte, se verán superadas por una normativa que abarata costes con el maltrato animal. Lo podemos leer en el texto de la comisión negociadora de la Unión Europea (hecha pública el 8 de enero del 2015) donde se dice: “las medidas sanitarias y fitosanitarias no deben crear barreras innecesarias al comercio”. Desde el parlamento europeo se ha logrado prohibir las hormonas de crecimiento, limitar el uso de piensos modificados genéticamente y de antibióticos preventivos, pero todo será papel mojado tras la firma del TTIP.

Este tratado no engaña, es un tratado comercial que abre la puerta a los modelos productivos habituales en USA que no tienen este tipo de restricciones porque allí lo que importa es el mercado y no el bienestar de animales y personas. Invadirán todos los comercios de nuestra región las hormonas de crecimiento bovino (HCB), las aves alimentadas sistemáticamente con antibióticos y piensos transgénicos y los animales clonados para la alimentación. Por ejemplo, USA exige la autorización de la ractopamina, el aditivo alimentario que acelera el crecimiento de los cerdos, y que está prohibido en más de 150 países, incluidos los de la UE, por sus efectos secundarios en los animales y para la salud humana.

Perderemos empleos con el cierre de las explotaciones agrícolas pequeñas y medianas, cerrarán las distribuidoras que comercializan nuestros productos, al verse incapaces de competir con las corporaciones norteamericanas.

Serán las corporaciones quienes tendrán el derecho exclusivo a producir semillas a través del uso de patentes (que de por sí es altamente inmoral al conceder el monopolio de uso sobre organismo vivos de los que somos ecodependientes) pero además limitan la libertad del agricultor, y nos dejan sin la biodiversidad necesaria para el normal desarrollo de la vida en la tierra.

En el sector ganadero habrá un único ganador y será el lobby agroindustrial de la carne estadounidense, que busca que el TTIP contrarreste las normas europeas y abrir así las puertas a sus productos en Europa.

Me he centrado en un razonamiento económico y he pasado de puntillas sobre las consecuencias éticas de la aprobación de este tratado, pero es la suma de todas ellas la que lleva a Equo a decir: NO al TTIP.