Perder más tiempo por el bien de unos pocos es poner en peligro la vida de la mayoría hoy, y el futuro de la vida.
La humanidad entera debe comprometerse con el cambio de modelo energético. Nadie, cerca o lejos debe evadir su responsabilidad, pero especialmente a quienes vivimos cerca de una central nuclear nos corresponde decir alto y claro:
¿Y si falla la contención? ¿merece la pena el riesgo?
¡No gracias!
Debemos afrontar nuevas formas de organizar nuestra comunidad. Aspiramos a mantener nuestro bienestar sin hipotecarnos y sin hipotecar el bienestar de nuestros hijos, nietos, biznietos y más allá.
Cada persona, cada familia, cada empresa, cada universidad, cada administración pública, son parte del diseño de otro mundo posible, el mundo viable y sostenible, construyendo aquí y ahora la historia que nos gustaría contar mañana.
Los accidentes ocurren. Los diseñadores de Fukushima, en Japón, no anticiparon que un tsunami generado por un terremoto podría desactivar los sistemas de seguridad, y nada pudo evitar el desastre.
Almaraz es una central nuclear que está llegando al final de sus días. Una central en la que no podemos anticipar qué escenarios catastróficos pueden desatar el drama en nuestra región. Ahora que sus tanques de acumulación de residuos están casi al 90% de su capacidad la sociedad civil extremeña se pregunta:
¿Y si falla la contención? ¿merece la pena el riesgo?
¡No gracias!
Y esta pregunta se hace más importante, dado que tenemos la posibilidad de aprovechar la energía del sol a través de fotovoltaicas y eólicas. Ambas energías se generan en los procesos de fusión nuclear que tienen lugar en el sol, una estrella que seguirá brillando 7500 millones de años más. Pero esa energía nuclear, la que libera el sol no deja en nuestro entorno esos más de 60 contaminantes radiactivos que libera la fisión del uranio y que se acumulan en los organismos biológicos, como por ejemplo nosotros.
La contaminación nuclear se deposita en el suelo y en el mar, entra en la cadena alimentaria mediante un proceso de bioacumulación que no se puede limpiar con agua.
¿Y si falla la contención? ¿merece la pena el riesgo? ¿teniendo sol necesitamos nucleares?
¡No gracias!
Cerrar una central nuclear lleva aproximadamente 15 años, entre la primera fase (desmantelamiento y traslado de los residuos radioactivos) y la segunda: limpieza de la radioactividad en el medio ambiente. Requiere de una alta inversión, hablamos de miles de millones que deben estar debidamente presupuestados en la planificación de cierre. Y ahora se habla de la inminente construcción de un ATI (Almacen Temporal Individualizado) que permite, junto con los tanques de acumulación, almacenar temporalmente el combustible usado de los reactores hasta ser trasladado a un ATC (Almacén Temporal Centralizado) donde serán custodiados los residuos de alta actividad durante 60 años.
¿Y si falla la contención? ¿merece la pena el riesgo? ¿teniendo sol necesitamos nucleares?
¡No gracias! Ni ATIs ni ATCs, ni en tu pueblo ni en el mio
Por estas cosas y muchas más, nos reafirmamos en… ¡Cerrar Almaraz y todas las demás!
¡Cerrar Almaraz y todas las demás!