Fue una tarde muy emocionante la del martes 26 de agosto. Nos encontramos en Cáceres, pese a ser agosto, pese a ser un martes, como les decía, nos encontramos muchas personas preocupadas y ocupadas en defender los derechos de los más inocentes, los animales. Victimas silenciosas de nuestra sinrazón. De los abusos que cometemos contra ellos continuamente. A veces los usamos como diversión, otras veces con la justificación de que los necesitamos para alimentarnos olvidamos que ellos necesitan una vida digna, que no son objetos inanimados, que son seres sintientes capaces de disfrutar del afecto y por tanto capaces de sentir dolor, angustia y depresión.
Vivimos tiempos críticos. Una sociedad empobrecida donde las diferencias sociales se acrecientan, donde las personas vamos perdiendo derechos frente al acumulo de poder de las corporaciones y de los bancos, y sin embargo son todo engaños. Un reparto adecuado de los recursos y del dinero nos pondrían a todas las personas en condiciones de vida dignas. Un uso eficiente de los recursos del planeta lograría que no tuviéramos que maltratarnos, ni tuviéramos que maltratar. Tomar conciencia de que algunos no necesitamos y otros no pueden vivir con tan poco, pero sobre todo tomar conciencia cada una de las siete mil millones de almas humanas, de que no somos las dueñas de la tierra y no podemos actuar impunemente con el resto de seres vivos.
Como en el cuento de Anthony de Mello
Un mercader de camellos, que atravesaba el desierto, acampó para pasar la noche. Sus trabajadores levantaron las tiendas y clavaron estacas en el suelo para atar a los camellos, entonces se dieron cuenta de que tenían un problema y fueron a consultar al mercader.
– Hay sólo diecinueve estacas y tenemos veinte camellos; ¿cómo atamos el vigésimo camello?
– No os preocupéis. Simplemente actuad como si clavarais la estaca y lo ataraís igual que a los demás, el camello permanecerá quieto toda la noche.
Así lo hicieron, y el animal se quedó quieto allí, convencido de que estaba atado.
A la mañana siguiente, al levantar el campamento, los trabajadores olvidaron desatar al camello, emprendieron la marcha pero el camello no se movía.
– Se olvidaron de desatarlo -dijo el mercader.
De modo que uno de los trabajadores represento junto al camello el acto de desatarlo, y el camello se unió al resto en su marcha.
Que no sea tan fácil manipularnos, que no se nos olvide que nuestro bienestar nunca debe estar asentado en el sufrimiento de otros, ya sean personas o animales. Les contare que la televisión pública de Extremadura estuvo allí, grabo la llegada de los dos ciclistas a la estación de tren, grabo la salida del grupo de cacereños que los acompañaba en su recorrido por la ciudad y además estuvo en la Plaza Mayor, sin embargo todo ese gasto no llego a los informativos, quienes vieron la televisión esa tarde o al día siguiente no supieron que dos hombres, Paolo Barbon y Matteo Simone salieron de Turín a principios de agosto para recorrer 2.500 kilómetros a través de Francia y España hasta culminar su marcaha en la capital cacereña.
Afortunadamente no todo es televisión y la prensa escrita no nos ha dejado solas, sobre esa tarde pueden leer:
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/ruta-ciclista-italia-maltrato-animal_823828.html
http://www.hoy.es/caceres/201408/27/ruta-contra-maltrato-animal-20140827002753-v.html